lunes, 26 de febrero de 2024

 









El jueves a las cuatro de la tarde una de las profesoras de mis hijos estaba reunida con sus compañeros en una evaluación “online”. Las evaluaciones pueden ser “online” o presenciales, depende del instituto, como los claustros. Incluso, dentro del mismo instituto, a veces haces la reunión “online” y otras veces presencial en el mismo curso. El jueves por la tarde, a las cuatro de la tarde, esta profesora estaba confirmando (o cambiando), la nota de sus alumnos. Normalmente las segundas evaluaciones se hacen más tarde, en marzo, pero en el caso de segundo de bachillerato, como el curso es muy corto, en algunos institutos adelantan la evaluación. No sé que dijo o que no dijo, no sé si la reunión se alargó mucho o no, pero a las cinco y media de la tarde esa profesora había acabado la evaluación. 

Yo siempre prefiero las evaluaciones “online”. Si llegas al instituto a las ocho de la mañana y tu horario de ese día es hasta las dos de la tarde, te puedes ir a casa a comer. Generalmente el instituto está lejos de tu casa, pocos son los afortunados que lo tienen cerca. Por ejemplo: el año pasado yo tenía mi instituto en Sagunto. Según el día (y el tráfico) podría tardar una hora en llegar. No es lo mismo acabar tus clases y volver a casa, comer tranquilamente, ponerte un chándal o un pijama, ver un poco la tele en el sofá y luego conectar tu ordenador a la hora que te toca tu evaluación, que estar en el instituto dando vueltas hasta las nueve de la noche (que hay días que no acabas antes), y luego aún tener que conducir un buen rato hasta casa. Trabajas lo mismo, porque las evaluaciones se hacen igual, pero te cansas menos, y eso, si se repite varios días, que es lo que suele pasar, hace que llegues al viernes con más energía para dar tus clases. El año pasado, volviendo al ejemplo anterior, las semanas que me tocaba evaluación se hacían muy largas y pesadas. Por eso yo prefiero, si me dan a elegir (no pasa nunca, lo decide Dirección), siempre las “online”.

Mientras escribo esto veo en la tele que “los reyes están a punto de llegar a la zona cero” No hace falta que me expliquen a qué “zona cero” se refieren. Agradezco su gesto, como el de todos los políticos (bueno, el de todos no, pero ahora no voy a hablar de eso), pero por mí se pueden ir tranquilamente a su casa. Creo que esta mañana estaban en Barcelona, en un congreso. Estarán cansados, no hace falta que vengan a hacerse una foto delante de la finca. Eso no va a cambiar nada. Con un comunicado lamentando lo sucedido es suficiente. Sí, es parte de su trabajo, lo sé. Pero a mí no me hace falta saberlo. ¿En qué me ayuda verlos ahí plantados? Y además siempre rodeados de políticos que aprovechan para hacerse otra foto. Sí, al final lo que queda es la foto. Siempre la foto. Ninguna foto va a servir para nada.


Las notas de mi hijo mayor ya se pueden ver en la web de la Generalitat. Esa profesora que estaba reunida telemáticamente el jueves por la tarde con sus compañeros de instituto, una hora después, cuando mi mujer me envió esta foto, ya estaba muerta. Estaba muerta en su casa. Los padres que ven las notas de sus hijos, saben, todos saben, el dirección envió un comunicado, que una de esas notas la puso una profesora que un rato después tuvo una muerte horrible. Una muerte espantosa, en su propia casa. Repito: en un sitio en teoría es “seguro”. Uno no piensa que su casa se va a quemar. Pero menos aún piensas que TODO EL EDIFICIO se va a quemar. Y se va a quemar tan rápido, con tan poco tiempo para escapar.

No quiero saber los detalles. Cuando mi mujer me pasó la foto no me lo podía creer. Ella ha vivido en esa calle, justo al otro lado de la rotonda, hasta que se casó. Allí vive todavía su madre. Mientras los tertulianos comentan otra vez (¡otra vez más!) cuál fue la posible causa del incendio, y de paso me informan de que el rey “lleva una corbata negra” y que la gente le está aplaudiendo (¿aplaudiendo por qué, por mostrar solidaridad?), pienso que cómo será volver a pasar por ahí, cuando vayamos el sábado a comer a casa de su madre, con mi mujer y mis hijos. 

Yo he visto construir esa finca. Eso era huerta. De novios, mi mujer y yo sacábamos a pasear a su perro por estas huertas. Era un barrio muy tranquilo. Luego llegaron los yonquis. Los enviaban ahí para que los dueños las casas de la huerta, que no querían vender, se tuvieran que ir a otro sitio. Era una estrategia totalmente mafiosa. No me lo tienen que contar. Yo lo he sufrido. Mi mujer salía de madrugada a trabajar, siempre con miedo. Conozco gente que sufrió atracos. En la misma puerta de su casa. Esto es algo que no se ha comentado estos días, sólo lo he visto en una revista. También se cita a Chirbes, que por cierto, vivía en la misma finca que los padres de mi mujer (aunque en otro patio, porque es finca muy grande), es decir: sabía perfectamente lo que estaba pasando.

De repente, sorprendemente, desaparecieron los camellos (y la larga fila de yonquis, y no, eso no es una metáfora), se arrasó la huerta y se hicieron grandes avenidas y enormes edificios, muy bonitos pero muy caros, con pisos pequeños pero con piscina. Conozco gente que viven en ellos. El médico de mi mujer tenía allí su consulta, varios amigos nuestros vivieron alquilados, dos incluso se pudieron comprar un piso (atándose a una hipoteca para toda la vida, pero ya se sabe, “los pisos siempre valen más”, y además los alquileres también son caros). Eran bastante laberínticos. Un pasillo, una puerta, otro pasillo, otra puerta. Todo muy basto, con el hormigón a lo bruto. Luego, una vez dentro, habitaciones estrechas y demasiado “racionales”, poco acogedoras. Eso sí, con jardín, con piscina. La piscina nos venía muy bien para llevar a los niños en verano.

El rey está saludando a todo el mundo. Le dedica una frase a todo el mundo. Lo hace bien. Es su trabajo. Hay otros políticos que no pintaban nada aquí (oficialmente, digo) y que han venido a hacerse la foto. ¿Y luego qué? ¿Y dentro de una semana qué? ¿Y dentro de un mes qué? Mi mujer me decía el otro día que no quería pasar por ahí cuando fuera a ver a su madre. No le he dicho, no sé si lo sabe, que hay gente que va a hacerse un “Selfie” delante del edificio. Supongo que si fuera su edificio, o el de sus padres, o el de su novio, o el de su hermano o hermana, no iría a hacerse un “Selfie”. Supongo…

Los niños ya son mayores, no vamos al parque que está justo delante del edificio (de hecho, si busco en mi ordenador, seguro que tengo fotos de los niños jugando con sus primas o otros niños del barrio y con este edificio detrás. Entre el parque y el edificio había una vieja casa ya deshabitada. Una de las pocas casas de la huerta que no acabaron demolidas. Cuando íbamos al parque, nos encontrábamos con otros niños que venían de ese edificio (y de los otros, los de los edificios nuevos y los de los “viejos”, que durante muchos años fueron el final de la ciudad), nos encontrábamos y hablábamos un poco mientras los niños jugaban. Cuando vi la foto no me lo podía creer. No podía ser cierto. Un edificio nuevo, repito, un edificio NUEVO, y un edificio tan caro, porque era muy caro, no se podía quemar así. Uno supone que tendrá los últimos adelantos en materia de seguridad. Uno supone… 

Siempre es lo mismo: incredulidad, luego rabia, siempre dolor, y por último un olvido “aparente”. No puedes estar todo el día pensando en ello. Como los muertos del Alvia. Cada año nos vuelven a poner la imagen del tren descarrilando y piensas “pobre gente”, pero ya te habías olvidado (“aparentemente”, digo, porque en realidad nunca olvidas). Supongo que nos acostumbraremos a pasar por delante del edificio quemado. Supongo que algún día harán algo con ese edificio, porque el suelo es muy caro en esa zona. Supongo que otros desastres, otros accidentes, otras guerras, otros terremotos o lo que sea, ocuparán muy pronto los telediarios y los periódicos. Yo seguiré pensando en esa profesora. Ni siquiera sabía que vivía ahí. Ni la conocía, porque no conozco a todos los profesores de mis hijos. Alguien la sustituirá. A mi hijo pequeño no ha llegado a ponerle la nota. Yo, como profesor, pienso muchas veces qué dirán mis alumnos si un día me pasa algo y desaparezco de su vida de repente. ¿Dirán que “era un buen profesor”? ¿Se preocuparán o les dará lo mismo? Algunos alumnos no tienen ningún afecto a los profesores, simplemente por el hecho de ser profesores. El director del instituto de mis hijos, en el email donde comunicada a los padres lo sucedido, añadió algo:

En algunos otros casos, que espero que no sean demasiados, las familias debéis estar pendientes del uso que hagan vuestros hijos del móvil y de las redes sociales, pues en estos casos las noticias y los comentarios corren por la red con demasiada velocidad, y hay gente que aprovecha para recrearse en el morbo o incluso para hacer comentarios inapropiados.

Para mí, como director, es muy duro no poder escribir solo sobre el dolor que siento, y tener que estar recordándoos esto. Por eso, os pido disculpas por tener que mezclar estos dos mensajes, pero es mi obligación recordaros que en general es delito difamar o dañar la imagen de alguien a través de la red, y que la gravedad es extrema en un caso como este. El centro, desde luego, no dudará en emprender acciones legales contra quien lo haga.”


Es terrible. Pero es cierto. Eso pasa. ¿Pero cuántos padres controlan eficazmente el móvil de sus hijos?
No sé quién ha hecho esta foto del incendio. Se la pasó mi cuñada a mi mujer. Lo repito: la miro y no me lo puedo creer. Y la seguiré mirando y seguiré sin poderlo creer. Mi mujer se enteró del incendio cuando estaba trabajando. Lo dijeron en la radio y se asustó, porque sólo dijeron que era una finca de la calle donde vive su madre. No daban más detalles. Inmediatamente llamó a su madre, que vive sola y a veces no coge el teléfono. Por suerte esta vez contestó en seguida. Pero no se había enterado. Lo tenía al otro lado de la rotonda pero no se había enterado. Por supuesto que había escuchado a los bomberos, pero como tiene un parque de bomberos justo al lado, está acostumbrada a escuchar las alarmas, cada vez que sale algún camión hacia alguna parte. Eso es algo que no he escuchado en ningún programa: en este caso los bomberos no tardaron nada en llegar. Estaban al lado. Si hubiera sido una finca más lejana, y por cierto, si no hubiera tenido portero (que pocas tienen), el número de muertos sería mayor. No, no digo que sean pocos. Diez es insoportable. Incluso un muerto sería insoportable. Cuando mi mujer me pasó esa foto se hablaba de heridos, pero era evidente que o sucedía un milagro, o las noticias iban a ir a peor. Y fueron a peor. No entiendo cómo se puede criticar a los bomberos. Nadie imaginaba que ese edificio, tan nuevo, tan caro, iba a quemarse tan rápido. Pero esto no es una excusa: hay una cosa que se llama “evaluación de riesgos”, hay unas personas que se dedican a eso, a ver qué puede fallar, qué puede ir mal, a hacer que las cosas sean más seguras. Tengo un amigo que trabajaba precisamente en eso, es ingeniero y hacía controles de calidad. También había trabajado en obra pública, hasta que se cansó de discutir con su jefe. "Si tenía que poner diez centímetros de arena, mi jefe me decía: pon cinco". Y así con todo. No siempre se hacen las cosas como se deberían hacer. Otra amiga mía, arquitecta, acabó trabajando en el extranjero. La ley está muy bien, pero luego hay que cumplirla. Incluso, a veces, muchas veces, la ley llega tarde. Ahora los políticos salen en la tele diciendo que “se van a tomar medidas”, que van a haber cambios en la legislación, que se van a revisar los edificios que son parecidos al que se quemó, cosas así, y está muy bien, está estupendo que se haga algo, pero eso, estos señores políticos, tan orgullosos y seguros de que lo van a hacer todo bien (“ahora”, no antes), esos grandes proyectos y brillantes ideas para el futuro, se las pueden explicar a los muertos. Seguro que los muertos se alegran mucho de saberlo.





sábado, 14 de octubre de 2023

 







POEMA SOLIDARIO



Que la guerra esté lejos.

Habrá guerra, siempre hay guerra, pero

que esté lejos,

que le pase a otra gente, pobre gente

que no conocemos.


Que las desgracias tuerzan la esquina

sin fijarse en mí.

Que bajen por otras calles,

que se lancen sobre otros, pobres gentes

que no conocemos.

Siempre habrá desgracias

pero que lleguen tarde, 

o mejor, que se pierdan por el camino.



No puedo hacer nada.

Un donativo, gritar en la calle, pintar

una pared, llevar

una pancarta… 

Nada. 

Una gota de agua

en un lago seco.

Nada de nada.




Maldigo al hombre.

Lo maldigo mil veces.

Soy hombre, me maldigo cada día

y no puedo hacer nada,

Unas palabras, un abrazo, nada para devolver

los golpes de la vida.

¿Devolver los golpes?

Si ni siquiera puedo verlos venir…



Rezo. Cada día rezo

para que la guerra esté lejos,

para que su humo avance en otra dirección.

Para que las desgracias talen otros árboles

aunque ya casi no quedan árboles

y mi casa está demasiado expuesta,

una casa solitaria, sin árboles

que la escondan.





HORÓSCOPO



Los que piden la paz

morirán.

Los que piden la guerra

morirán.

Los que odian hasta su sombra

morirán.

Los que no saben odiar

(aunque lo intenten)

morirán.

Los que creen en las palabras

morirán.

Los que creen que la tierra es santa

y hay que regarla con sangre

morirán.

Los que creen que ninguna tierra es santa

y que la sangre no debe ser derramada

morirán.

Los que se drogan con discursos,

se emborrachan de banderas,

se duermen entre balas y puñales

morirán.

Morirán en sus camas, morirán

en las calles, salvajemente

cruelmente.

Antes de que acabe el día, antes de que llegue

otra noche sin luz

morirán.

Los felices, los infelices, los afortunados, los tristes

y los contentos, 

los satisfechos y los tranquilos

 morirán,

morirán por cualquier cosa,

morirán por nada,

morirán.








 https://campobasepoesia.blogspot.com/








miércoles, 30 de agosto de 2023




 




 

MEMORIA PROVISIONAL: VIAJES Y TRENES. 




Ahora que acaba este verano tan extraño y duro (aunque por suerte no tanto como para ser insoportable), he dedicado 5 minutos a mirar hacia detrás para ver todo lo que llevamos andado. Parece mucho, y supongo que lo será. Aunque uno siempre piensa en lo que le falta por andar, que aún es mucho también. Pero la impaciencia es inútil, no soluciona nada. Mejor tomarse las cosas como vienen...











VIAJES EN TREN Y OTROS VICIOS INCONFESABLES

(2020-2023, viajes publicados en libros y revistas)



1. Viajes en tren:


-Valencia-Cuenca-Madrid

-Valencia-Alcázar de San-Mérida

-Mérida-Cáceres-Madrid

-Madrid-Ávila-León-Gijón

-León-Bilbao-Madrid

-Madrid-Soria

-Madrid-Burgos-Miranda de Ebro

-Valencia-Barcelona

-Barcelona-Puigcerdà.

-Barcelona-Gerona-Portbou

-Barcelona-Monasterio de Montserrat

-Barcelona-Igualada

-Tarragona-Lérida

-Lérida-La Pobla de Segur

-Lérida-Zaragoza

-Lérida-Barcelona

-Zaragoza-Canfranc

-Zaragoza-Valencia

-Zaragoza-Tarragona

-Madrid-Zaragoza

-Valencia-Alcoy

-Valencia-Alicante-Murcia-Águilas

-Zaragoza-Logroño-Bilbao

-Zaragoza-Pamplona-Vitoria-Miranda de Ebro

-Zaragoza-San Sebastián

-Alcázar de San Juan-Jaén

-Jaén-Córdoba-Sevilla

-Sevilla-Valencia

-Madrid-Santander

-Oviedo-Llanes

-Valladolid-Zamora

-Zamora-Madrid

-Alicante-Benidorm-Denia

-Zaragoza-Salamanca-Ávila

-Murcia-Cartagena-Los Nietos

-Oviedo-Pola de Laviana



2. Vías verdes y ferrocarriles abandonados


-Gandía-Alcoy-Villena-Jumilla-Cieza

-Cierza-Calasparra-Hellín

-Zaragoza-Utrillas

-Alcoy-Alicante

-Albacete-Baeza

-Albacete-Utiel

-Teruel-Alcañiz-Tortosa

-Valladolid-Ariza

-Palencia-Medina de Rioseco-Villada-Palanquinos 

-Teruel-Calatayud-Soria-Burgos-Santander

-Zaragoza-Soria

-Gerona-Olot-San Joan de les Abadesses

-Madrid-Ciudad Real

-Madrid-Segovia-Medina del Campo

-Plasencia-Salamanca

-Salamanca-La Fegeneda

-Zamora-León

-Oviedo-Proaza

-Tudela-Tarazona

-Gallur-Sádaba

-Madrid-Aranda de Duero-Lerma






















Nota: Como he dicho arriba, aquí sólo cuento los viajes que he contado por escrito y cuyas páginas han sido publicadas. Los viajes de los que aún no he escrito nada o no he publicado nada no los cuento, aunque existen y sé que algún día tendré que ocuparme de ellos. Pero no se puede vaciar un embalse en un día y menos si no para de llover... Ahora tengo que ocuparme de otras cosas. Luego volveremos a las vías... 






miércoles, 9 de agosto de 2023

 



España en Regional: Campos de Castilla (Valladolid-Zamora)

 


16 de julio. Otra vez salimos de Valencia con el Alvia. El mismo que hace dos semanas. Entonces iba hasta Oviedo, ahora me quedaré en Valladolid, para coger luego el Regional a Zamora. Es un Regional que llega hasta Puebla de Sanabria, atravesando lo que antes eran unos paisajes solitarios y boscosos y, después los espantosos incendios del año pasado, siguen igual de solitarios pero inmensamente más tristes, con media Sierra de la Culebra convertida en una desoladora repetición de árboles quemados. Hasta se quemó una estación de tren, la estación de Losacio, que ya estaba abandonada. No es por eso por lo que me quedo en Zamora, porque pese a todo el viaje hasta Puebla de Sanabria tiene grandes atractivos, como el paso por el Viaducto de Martín Gil. Pero en esta ocasión mi plan es coger un taxi desde Zamora (siempre prefiero un taxi a alquilar un coche, porque mientras el taxista conduce yo puedo ir haciendo fotos y porque, por lo general, los taxistas son una fuente de información estupenda, sale más caro, sí, pero la experiencia me dice que la diferencia de precio queda amortizada con el resultado) y dar una vuelta por la antigua “Ruta de la Plata”, en concreto con el tramo que baja desde Benavente.

 

Para eso primero tenemos que llegar bien a Valladolid, con tiempo para cambiar de tren. En teoría tenemos más de dos horas así que espero no tener problemas. Por lo demás el viaje hasta Valladolid tiene dos partes. En Madrid Chamartín no hay que bajar del tren, pero estamos media hora parados. Sube el personal de limpieza, cambia el personal de “a bordo”. Los coches se quedan prácticamente vacíos y suben nuevos pasajeros. Todo esto hace que parezca que hemos cambiado de tren. A mí el viaje hasta Madrid me interesa poco porque ya me lo sé de memoria, así que cojo un libro y me pongo a leer. 

 

Tengo una cámara preparada, siempre a mano (nunca se sabe), pero no tengo prisa por usarla. Sé que luego tendré muchas más oportunidades de hacer buenas fotos. Por eso no me inmuto cuando el día se nubla de pronto. Sacaré un momento la cámara cuando crucemos sobre el embalse de Contreras, haré alguna foto (un gesto casi cotidiano, es un sitio que tengo muy fotografiado, pero siempre impresiona ver esa inmensa masa de agua entre los bosques de pinos, o los altos puentes de la autovía, que pasa muy cerca de la vía del Ave) y luego volveré al libro que he empezado a leer, y que de momento me está gustando lo bastante como para captar toda mi atención. 
Pese a todo, al rato pruebo a poner el hilo musical (antes he mirado un segundo la película, muy mala, y además repetida, bueno, en todo caso no repetida en este tren, pero que ya he visto en otro tren, y lo curioso es que no recuerdo cuándo, así que debió ser hace tiempo) y descubro un canal que no conocía. Es extraño porque me los sé de memoria, el de opera, el de jazz, el de bandas sonoras, a veces uno con música de distintas partes del mundo (me refiero a música que podemos llamar como tradicional o folclórica) y luego ya el canal del audio de la película o documental que estén poniendo. Y punto final. No hay más. Pero este canal nuevo, o desconocido para mí, es un canal cultural, con noticias culturales, con noticias de exposiciones, de libros (reseñas cortas de novelas), de anuncios comentados de festivales de diverso tipo, de ferias de arte, incluso “semanas gastronómicas”, y entre tanto y tanto van poniendo música moderna, canciones muy conocidas de grupos pop nacionales e internacionales, ponen a Sabina, ponen a Mecano, y luego, de repente, se pasan a Coldpay y a U2. Y entre canción y canción, el “boletín literario”, donde escucho comentar El lector de Julio Verne, de Almudena Grandes y una crítica a una adaptación teatral de Cinco horas con Mario, de Delibes. Es entonces, escuchando las noticias culturales, cuando me doy cuenta de que este canal no es actual, me refiero a que todo lo que presentan como novedad (una exposición sobre la “Maleta mexicana”, con fotografías de Capa, de Taro y de Seymour, por ejemplo) en realidad es una exposición que ya no se puede ver en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, porque se desmontó hace un año, o puede que dos. Y pese a todo, aunque esto le resta casi todo el valor a las noticias, me siguen interesando. Quiero ver qué recomiendan a los pasajeros de un tren, tengo curiosidad por ver cómo comentan tal o cual libro, o tal o cual exposición, me sorprende la música que ponen (como cuando rescatan ese fantástico “España camisa blanca de mi esperanza”, cantado por Ana Belén) y, en resumen, me tiene muy entretenido, lo suficiente para olvidarme de observar a mi compañero de asiento, porque en este viaje, desde la misma estación de Valencia, no he tenido la suerte de ir sin compañero de asiento, sino que se ha sentado a mi lado un chaval joven, diría que como mucho de veinte años, si llega, que va con otros dos chavales jóvenes, con pinta de tener su misma edad y de ser extranjeros (detalle que confirmaré cuando se pongan a hablar en inglés). Por fortuna este compañero de asiento se levanta mucho para ir al sitio donde están sus dos amigos, y me deja tranquilo, a mi aire, con espacio de sobra, como me gusta viajar (cuando me lo puedo permitir, claro, y sí, me he hecho cómodo con los años, antes me daban igual estos pequeños inconvenientes).

 

Y en eso llegamos a Madrid, donde mi compañero se baja, y yo salgo al andén a estirar las piernas, porque sé que tengo tiempo de sobra.
En el hilo musical estaban poniendo A Forest, de los Cure. Algo realmente sorprendente. Me he tenido que esperar a que terminara la canción. No pasa nada. No hay ninguna prisa. Puedo andar un buen rato por el andén. Primero vienen los de la limpieza. Luego empezarán a llegar los nuevos pasajeros. Muchos van hasta Valladolid o León. Hace dos semanas seguí hasta Oviedo y pasé por Pajares. ¿La próxima vez que pase será por el túnel? Supongo que sí. Una pena, a mí la rampa de pajares me parece un sitio fantástico, no me importa que el Alvia vaya tan lento como un Regional. Sí, mi opinión no cuenta. Soy un romántico de los trenes…
Me fijo en un trabajador de la limpieza que subió a este mismo tren hace dos semanas. Tiene pinta de “pirata” (pañuelo atado a la cabeza, pendientes, barba…) No es tan extraño. Más sorprendente es encontrarse con una señora que conocí en el Alvia de vuelta de Oviedo, en mi viaje anterior. En aquel momento, hace sólo dos semanas, se iba a Benicassin. Y ahora la vuelvo a ver… ¡¡Qué vuelve de Benicassin!! Viste la misma ropa que la otra vez, un traje fino de color blanco. Sale a fumar al anden. La conocí porque me preguntó “si el tren iba a estar parado mucho rato”, le contesté que “podía fumarse tranquilamente el cigarro”. Pero añadí: “Está prohibido fumar incluso en el andén”. Si bien maticé a continuación que mucha gente lo hacía. Luego hablamos un poco. La señora, evidentemente se puso a fumar tranquilamente. Lo de la prohibición le parecía una tontería. Le digo que la recuerdo de hace dos semanas. Ella no se acuerda de mí, como es lógico. Irá hasta León. Como va en otro coche, ya no hablamos más.

 

Los nuevos pasajeros van ocupando sus asientos. El vagón se llena (sí, ya sé, ya sé, es que me gusta fastidiar a los puristas, yo soy así… Coche… Por cierto, hay gente que pregunta: “¿es este el coche dos? ¡¡Muy bien! Así me gusta, que la gente hable con corrección y seriedad… Sí, es broma…) Me siento y espero escuchando las noticias culturales. Están hablando de ARCO. Imposible saber de qué año. No importa. Están entrevistando a alguien, eso es nuevo, hasta ahora todo eran reseñas y música. Escucho un rato y luego dejo los cascos y me pongo a leer. Un buen rato después, por fin, salimos de Madrid.

 

Tengo mala suerte con las películas. Ponen otra nueva y resulta que también la he visto. Y ésta recuerdo perfectamente cuando porque fue en mi viaje a Oviedo, hace nada. Opto por seguir con el libro y a ratos con el hilo musical. Pasamos Segovia y dentro de poco ya estaremos en Valladolid. De manera que no tengo mucho tiempo para aburrirme. Aunque generalmente no me aburro en los trenes, no hace falta que lo diga…

 

Un rato después ya estoy en el gran vestíbulo de la bonita estación de Valladolid Campo Grande. He pasado por aquí muchas veces, pero siempre la había visto desde la ventana de un tren. Ahora tengo dos horas para conocerla bien. Tengo que decir que me encanta la pasarela elevada que tienen porque puedo hacer buenas fotos (cosa imposible, evidentemente, en los pasos subterráneos). También se agradece que tenga un bar abierto y que me pueda tomar algo mientras hago un poco de tiempo. Lo que no entiendo es el lio que tiene la señora de la megafonía. Es algo que no me había pasado en ningún sitio: estoy en Valladolid Campo Grande y sin embargo no paran de anunciar trenes con destino a Valladolid Campo Grande. ¿Pero cómo puede ser eso? Es imposible. Al momento me fijo en que son trenes que acaban de llegar de alguna parte. Y que tienen el final de trayecto aquí. Pondré un ejemplo: anuncian un Regional que viene de Ávila y que va a entrar por la vía 5 y un minuto después están anunciando la salida de un Regional en la vía 5 con destino a Valladolid Campo Grande. Mi conclusión… la cinta está grabada para otra estación, como por ejemplo la estación de Medina de Campo, pero por alguna razón la están poniendo aquí. Y eso puede ser un poco lioso si tú eres, por ejemplo, un turista despistado, y si eres guiri ya ni te cuento…

 

Mi tren a Zamora ya está en su vía. Es el único tren al día. Sí, el único Regional. La otra opción es ir con el Ave o los Alvia, pero para eso hay que ir hasta Medina del Campo (si el tren para en esta estación) o hasta Segovia, y luego volver hasta Zamora. Basta con mirar un mapa para ver el enorme rodeo que supone eso. Y además con billetes mucho más caros que el del Regional. Por la línea por la que voy a pasar yo dentro de un rato ya sólo circulan dos trenes al día, el Regional que sale de Puebla de Sanabria de  buena mañana y el mismo Regional que vuelve a casa por la tarde. Una pena, porque eso supone automáticamente que estoy en una línea amenazada de cierre, pues es evidente que tiene un tráfico ferroviario raquítico, aunque en realidad no, porque la primera parte del trazado está compartido con los regionales que van a Madrid y paran en Medina del Campo. Allí es donde realmente empieza mi viaje hasta Zamora, porque mi pequeño Regional (son dos vagones) se queda completamente solo. Allí empiezan también las estaciones abandonadas que se usan como apeaderos o donde ni siquiera se detiene el tren. Y además, casi todos los pasajeros, lo comprobaré dentro de hora y media, se bajan en Zamora, como yo. Así que hasta Puebla de Sanabria puedo decir que sólo se atreven a ir unos pocos valientes. Y yo me quedo con ganas de unirme a ellos. Pero tendrá que ser en otra ocasión. No pasa nada, si hay suerte volveremos pronto. 

 

El tren sale a su hora. Saco las cámaras y hago fotos a las estaciones. Es uno de estos Regionales que sirven también como cercanías (“de proximidad”, les llama la liante de la megafonía), en este caso hasta Medina del Campo. Pasamos pueblos perdidos entre bosques de pinos o campos de cereales. Estamos en la meseta y no hay montañas a la vista, como mucho alguna pequeña colina. A veces aparecen otros cultivos, como viñas, pero luego vuelven los cereales. Los pinos desaparecen completamente y después de pasar Nava del Rey cruzamos repentinamente el Duero. Tengo la cámara preparada y hago unas fotos. La pena es que me he pasado por la estación abandonada de Castronuño (el tren no ha parado) sin tiempo para hacerle una foto. Es una estación estupenda (para hacer fotos, se entiende) y me tendré que quedar con las ganas, porque pasado mañana no volveré por aquí, sino que cogeré el Alvia que va directo a Madrid por la vía nueva. En todos los viajes se quedan cosas pendientes, es algo que no se puede remediar, de manera que no le demos más vuelvas al asunto.

 

Vuelvo al libro que estoy leyendo, pero con la cámara a mano, porque dentro de poco llegaremos a Toro y pasaremos una zona en la que el tren circula entre las colinas y el río. Toro es un pueblo muy hermoso, con una iglesia estupenda, con una “cúpula gallonada” de estilo románico que he estudiado en mis libros de Historia del Arte. Pero el pueblo queda arriba de las colinas, y casi no se ve desde el tren.

 

Los pasajeros empiezan a levantarse y deduzco que estamos ya llegando a Zamora. La estación aparece de pronto, sin nada que sirva de señal (por ejemplo: edificios, la ciudad no sé ve por ninguna parte, sólo campos y filas de árboles). Es una estación muy bonita, elegante y amplia, que ahora también sirve para los Aves que van de Madrid hacia Galicia. Hoy me quedo aquí. Mañana será otro día. Un día sin tren pero con estaciones que aún conservan las vías, como las que hay camino de Benavente, hasta llegar a Barcial del Barco. Me detendré allí y luego a la vuelta el taxista, que se conoce la zona, me llevará hasta el viaducto de Marín Gil, que es un puente espectacular. Pero eso ya es otra historia…
































sábado, 1 de abril de 2023

 




VIAJE INTERIOR 

(CAP. 1, ESPAÑA EN TAXI)



Dentro del enorme y siempre inacabado proyecto de "Viaje Interior", que son siempre fotos de viajes por España (nunca del extranjero y generalmente pocas ciudades y muy poco mar, y mucho campo y monte, mucho "interior" del país) y SIEMPRE desde dentro de un vehículo (normalmente un coche, aunque también a veces un autobús), hay un montón de fotos que todavía están sin tocar en el ordenador, esperando su momento. Dentro de las fotos desde el coche, la gran mayoría son "de carretera", con el coche en marcha (y yo de copiloto) o con el coche parado pero con paradas muy cortas (un semáforo, un atasco, un descanso rápido en un área de servicio, o en una zona de parking, etc). En estos años, además de ir en tren, he hecho muchos viajes en coches, a veces solo en mi coche, otras veces con mi familia, otras veces en el coche de un amigo o compañero de trabajo (o de un hermano), otras veces en un coche compartido (con otros pasajeros desconocidos) y también en algunas ocasiones viajes relativamente largos en taxi. De todas estas fotos, que son lo que yo suelo llamar "la cara B de los viajes en tren", está previsto seleccionar unas cuantas para hacer algún día un libro, un libro en el que los viajes en taxi (y las largas conversaciones con los taxistas) tendrán su capítulo. Es un proyecto muy largo, que nunca acabaré (porque siempre quedarán viajes pendientes), pero os pongo aquí algunas de las fotos que he estado seleccionando para un primer boceto inicial. Y luego, con el tiempo, pues ya veremos cómo va... Tengo otros proyectos y al final no saldrán todos, y no pasa nada. Pretender llegar a todo es algo absurdo y muy peligroso. Si hay que ir despacio, pues se va despacio. Y al final uno llega más lejos de lo que puede parecer... 






































































(fotos de Salamanca, Sevilla, San Sebastian, Segovia, Valencia, Madrid, Burgos, Santander y Gerona)